miércoles, 23 de noviembre de 2016



BAILE DE MÁSCARAS.

Se muere una persona de la que no hay que tomar ejemplo, esta mañana, en un hotel, en mitad de un proceso judicial por corrupción y blanqueamiento de capitales.

Se muere una persona silenciosa hace una semana, todos piensan que se nos están acabando los buenos referentes, los viejos referentes...

Nacen miles de personas durante este año, las enfermeras de los paritorios dicen que estamos ante un nuevo baby boom.

Nacen y mueren personas, manos y piernas enredadas y aturdidas sobre y bajo la tierra.
Salen raíces de las manos y las piernas de las personas que mueren y salen palabras de las bocas de las personas que nacieron hace años , que piensan que la vida es un baile desenfrenado de máscaras mezcladas.

sábado, 12 de noviembre de 2016



"Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi vida, déjate enlazar de fuego, de silencio ingenuo, de piedras verdes en la casa de la noche, déjate caer y doler, mi vida".

                                                                                             Alejandra Pizarnik.

miércoles, 17 de agosto de 2016

El verano que vivimos demasiado deprisa.



Los últimos meses son más que un vientre hinchado.
Son cambios físicos,  si, pero también internos a la manera de los finales de las películas, al principio  siempre hay una imagen que te desvela más  o menos el final, pero hasta que no llegas, no comprendes lo que eso significa,  porque hay que vivirlo, hay que ver la película entera.
El verano sucede en días lentos y agónicos,  el verano así  es cruel, a pesar de lo hermoso que te dicen que es, y  sientes que estás quebrantando todas esas tradiciones. No, en realidad no mola tanto, y lo sabes.
Te nutres de una especie de valentía silenciosa, pero sólo deseas que los demás comprendan, que venga alguien que se siente a tu lado y simplemente no diga nada, que mire contigo los pájaros describiendo círculos hasta anestesiar el tiempo, hasta ver llegar el momento.

domingo, 10 de abril de 2016

Creí haber hecho muchas fotos válidas aquel día, pero al revelar el carrete ésta fué una de las que más me llamó la atención.

No sé bien si fué por su conexión tan bífida, que me hacía pensar que podía mirarla tanto del derecho como del revés y eso me recordaba a mi propia vida.

¿Por que el reflejo era más nítido que la imagen real?

Y confundía las manchas alargadas de la superficie del agua con bandadas de pájaros en el cielo, pero tan solo era un espejismo.

Sin nada más que decir sobre ella, dejo esta fotografía en el viento, así como respiramos, con la misma vaguedad.



Empecé a escribir algo y lo perdí.
Con esa impotencia recordé y recuperé lo que había perdido aunque me sentía menos clara, más inefable, más critica.
Miraba ya la fotografía de esta calle hecha a las dos de la mañana, antes de que recogieran esa terraza que se ve al fondo, justo en el momento en que dije, esta es la imagen que yo buscaba.
Ahora creía que lo recuperado era mejor que lo perdido porque era más auténtico y seguí este hilo automático e invisible.
Estaba diciendo que no te preocupases, que estas noches desaparecerían para dejar paso a esas otras, las de los balcones, en las que la intemperie no puede tocarnos.
Y al final me salió bien, aunque seguía pensando que lo que primero brotó de mi cabeza se convertiría en mil bandadas de pájaros queriendo dar siempre el mismo graznido.



miércoles, 3 de febrero de 2016



2016. Un fin de semana cualquiera salgo a hacer fotografías cerca de la antigua escuela de magisterio, donde yo estudié.

Está a punto de llover, o eso parece, pero no llueve, nunca llueve ya en esta ciudad, se echan de menos la pureza y el ruido.

Hago la fotografía y pienso en las clases de pretecnología del instituto. Me viene a la cabeza la definición de perspectiva caballera y también la de punto de fuga.

Pienso: ahora que el tiempo ha dejado su semilla de sal dentro de mi, el punto de fuga ha cambiado de definición, ahora ya no es un lugar geométrico, sino un lugar recóndito en las aguas del tiempo.

viernes, 29 de enero de 2016



Parece una fotografía positivada manualmente y con un virado a sepia, pero es mentira.
Esta fotografía la hice en el tren, con una cámara digital pequeña en el trayecto Gandía-Valencia en el año 2004.

Estaba haciendo las prácticas de Magisterio. Me levantaba muy temprano y hacía todos los días un viaje de dos horas para llegar al colegio, a las afueras de la ciudad.

Desperté de pronto y me pareció ver la sombra de un pájaro en la ventanilla del tren, entonces me di cuenta de que se trataba de la sombra de una bicicleta apoyada en la puerta.

A veces las cosas no son lo que parecen, no son como parecen, vemos espejismos en todos lados, no nos damos cuenta de ello, o quizás sí y eso nos asusta.

Lo siguiente es inmortalizar la duda y analizarla con detenimiento.

martes, 26 de enero de 2016



Empecé en esto por pura casualidad, por elegir una asignatura cualquiera de las optativas (que eran obligatorias). La ofrecía el instituto, como un programa piloto innovador o algo parecido.

Durante ese tiempo, alquilábamos los cuartos oscuros del instituto, había cuatro, te pasabas la tarde entera positivando y salías con los ojos rojos de tanto forzarlos a la luz roja.

Ha pasado mucho tiempo, habrá alguien que diga que no tanto, pero sí que han cambiado muchas cosas.
Estudié esta asignatura durante dos años y me atrapó. Continué yo sola y me monté un laboratorio en casa, en una cocina vieja, un lugar perfecto.

Esta fotografía ganó un accésit, un premio muy pequeño, pero muy grande para quien empieza, para quien considera que es algo demasiado bueno que le reconozcan su trabajo, recuerdo que la fotografía que recibió el primer premio en ese certamen no me gustó nada.
Fué en el 97. La fotografía fue expuesta en los pasillos del instituto, se produjo algo así como una metaimágen.

Creo que no diré nada más, no explicaré la fotografía porque "esas cosas no se explican", como dicen los poetas, simplemente, dejad que vuestro cerebro se ponga en situación.