miércoles, 17 de agosto de 2016
El verano que vivimos demasiado deprisa.
Los últimos meses son más que un vientre hinchado.
Son cambios físicos, si, pero también internos a la manera de los finales de las películas, al principio siempre hay una imagen que te desvela más o menos el final, pero hasta que no llegas, no comprendes lo que eso significa, porque hay que vivirlo, hay que ver la película entera.
El verano sucede en días lentos y agónicos, el verano así es cruel, a pesar de lo hermoso que te dicen que es, y sientes que estás quebrantando todas esas tradiciones. No, en realidad no mola tanto, y lo sabes.
Te nutres de una especie de valentía silenciosa, pero sólo deseas que los demás comprendan, que venga alguien que se siente a tu lado y simplemente no diga nada, que mire contigo los pájaros describiendo círculos hasta anestesiar el tiempo, hasta ver llegar el momento.
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